martes, 21 de agosto de 2007

Capítulo I


Terdi, 19 de Tertius de 1668.

Astilleros de Wandesborow, en Avalon.


“Por fin la construcción del barco llega a su fin. Ha sido un duro año de trabajo, pero creo que el resultado es mejor de lo esperado. Ahora lo que nos urge es conseguir la suficiente tripulación para llenar el navío, pues Blind tiene prisa por conocer al Capitán Joe Shark. Parece ser que fue él quien dirigió la nave que secuestró a su familia, y espera que le pueda dar algún tipo de información para empezar su búsqueda.”

“Es curioso, durante estos meses el trabajo ha sido tan intenso que poco hemos hecho para conocernos mejor uno al otro. De hecho, se poco más de lo que me contó esa noche en “La Foca Pelada” donde nos conocimos por primera vez. Supongo que cada uno tiene sus fantasmas, y a pocos les gusta que se metan es sus asuntos. Quizá, ahora que saldremos a la mar, tendré más tiempo para conocer quien es en realidad mi compañero de aventuras.”

“Este tal Capitán Shark está juntando a gente de toda calaña para asaltar a los ricos convoyes montaignenses. La verdad es que los montaignenses no deben estar muy contentos con la reputación de su flota, pues cada mes aumenta el número de barcos asaltados por piratas y corsarios. Parece que nos vamos a unir a una gran escuadrilla de naves para realizar uno de los mayores golpes hasta el momento. Un buen comienzo para nuestro barco.”


Amordi por la mañana, 10 de Quartus de 1668.

El Mar de la Espuma.


“Hace unos días, nuestro barco fue bautizado con el nombre de “Sea Wolf”, y en estos momentos ya surca los mares. Después del fugaz contacto con el Capitán Shark, nuestro primer rumbo ha sido las costas montaignensas para interceptar ese gran convoy lleno de las riquezas del mismo Rey Sol. El objetivo de nuestro barco será el último navío del grupo, el Dumas III, que probablemente llevará algún tipo de escolta. Los marineros ya están ansiosos por entrar en batalla.”

“Cabe decir que el reclutamiento de la tripulación fue peor de lo que hubiera sido deseable. Ni conseguimos una calidad suficiente, ni una cantidad que complete lo que nuestro barco necesita. Espero que en un futuro próximo tengamos más tiempo para seleccionar mejor a los aspirantes, porque las prisas nunca son buenas compañeras y así se ha demostrado.”

“En la reciente tripulación, hay una chica que me ha llamado la atención. Se trata de una marinera eisena de quien nunca consigo acordarme del nombre. Me he fijado en ella no por su habilidad, si no por su carácter. Esa chica debió pasarlo muy mal en su país, pero en fin, es de Eisen y que se puede esperar de esa nación rota. Se pasa todo el día insultando y soltando tacos, seguramente tendrá un problema de seguridad en si misma. Pero bueno, tampoco me importa mucho, pues prefiero no meterme en los asuntos de la otra gente, y es mejor que cada uno aguante su vela si no pide ayuda. Mientras no represente un problema con el resto de marineros y cumpla con sus obligaciones, será parte de la tripulación y en el “Sea Wolf” tendrá un lugar.”


Amordi por la tarde, 10 de Quartus de 1668.

El Mar de la Espuma.


La batalla con los barcos montaignenses fue más dura de la esperada. El Capitán Wolf debía reconocer que después de un año en dique seco, las ganas le pudieron y se precipitó en la toma de algunas decisiones.

Cuando las naves montaignensas divisaron al “Sea Wolf” en la distancia, la brigantina de escolta se lanzó a su encuentro para presentar batalla. Como el avance de la brigantina no era muy rápido, pero el navío mercante se alejaba a toda vela, Wolf decidió centrar sus esfuerzos en este último y los marineros pusieron todo su empeño para atrapar a su presa. En la distancia, la brigantina intentaba torpemente alcanzarles con sus cañones, pero solo consiguieron malgastar su munición. De propina, se llevaron algo de plomo que les mandó el “Sea Wolf” como aviso.

El viento soplaba fuerte y las naves navegaban veloces. Al cabo de poco, el “Sea Wolf” se puso a la par del navío mercante y empezó a bombardearle con sus cañones de estribor.

- ¡Fuego! - ordenó el Capitán Wolf, y los cañones rugieron sembrando el cielo de plomo - ¡Que esos afeminados hijos de padre rico se den cuenta de que la mar no es para lerdos!

Cuando los proyectiles impactaron con la nave montaignesa, la madera crujió y el cielo se llenó de astillas y escombros. El navío mercante respondió el ataque con sus cañones, pero los daños que sufrió el barco pirata no se podían considerar más que simples rasguños. Por su parte, el “Sea Wolf”, una corbeta de guerra sobrecargada de cañones a costa del espació en bodega, inflingía heridas críticas a su presa y esta tuvo que cambiar rápidamente de estrategia.

En un arrebato de temeridad o locura, el “Dumas III” viró para embestir al “Sea Wolf” por su lado de estribor. A la orden, los marineros de la corbeta empezaron a cambiar a toda prisa los aparejos, y la nave consiguió girar a tiempo para encarar su espolón reforzado contra el enemigo. Los barcos chocaron y la madera volvió a crujir. Los hombres cayeron al agua y los cañones se hundieron con ellos. Las velas se rasgaron y los mástiles se partieron.

Cuando las dos naves se pararon una al lado de la otra, el abordaje pirata empezó sin demora. Los exaltados piratas del “Sea Wolf” saltaron al navío montaignés y entablaron una feroz lucha contra su tripulación. Mientras sus hombres luchaban contra los espantados mercaderes, el Capitán Wolf se acercó al oficial al mando de la nave abordada. Los aceros se cruzaron, y la primera ventaja fue para el emplumado de finas maneras, que le asestó una profunda estocada en la pierna derecha. Sin tiempo para lamentaciones, el Capitán Wolf desenfundó su pistola de cinto y descargó su plomo en el pecho de su enemigo. Los aceros se volvieron a encontrar y el emplumado falló en su intentó de entorpecer al Capitán soltándole una vela. Cansado de la persistencia de su enemigo, Wolf encapuchó al montaignés con su propio tricornio, y le asestó un golpe de derechas dejándolo tumbado en el suelo.

A la par, sus marineros habían conseguido reducir la tripulación del “Dumas III”. Los prisioneros fueron atados, y el Capitán con algunos hombres se fue a inspeccionar su botín. Al ver que en vez de oro y plata la bodega estaba cargada con ropas de fino tallo, un halo de decepción corrió por los hombres del Capitán. Al ver los emblemas del Rey Sol bordados en los vestidos, por las mentes de Wolf y Blind empezaron a pasar las posibles salidas que tendría un cargamento tan exclusivo como ese.

De repente, un grito desgarrador se escuchó en el castillo de popa. Cuando los hombres de Wolf llegaron al camarote del capitán, fueron sorprendidos por un disparo de pistola. La peor parte se la llevó Nicolette, una eisena de malos modales, que encajó el balazo en su hombro. Entre el humo y el ruido del estallido, los piratas consiguieron presenciar como un oficial montaignés, el Capitán Pierre Chatillón, huía entre risas por un rasguño mágico de la realidad. Sin lugar a dudas, se trataba de uno de los misteriosos hechiceros de Porte, la exclusiva magia de la nobleza de Montaigne.

Sin lugar al descanso, en las proximidades del malherido navío mercante se empezaron ha escuchar los cañonazos que provenían de la brigantina olvidada. El Capitán Wolf rápidamente dividió a sus hombres en los dos barcos, y zarpó con el “Sea Wolf” a la caza del insensato atacante. Con una sola ráfaga de proyectiles fue suficiente para perforar la línea de flotación de la brigantina y mandarla a pique. Finalmente, el “Sea Wolf” y el “Dumas III” izaron rumbo de regreso hacia el refugio pirata acordado por el Capitán Shark, la Isla de los Tres Patos.



Soldi, 8 de Quintus de 1668.

Isla de los Tres Patos, en el Mar de la Espuma.


Los hombres del “Sea Wolf” bajaron a tierra después de 4 semanas de navegación. Hacía días que estaban cansados del mar, y no perdieron mucho tiempo en llegar a las tabernas y burdeles de la isla. La Isla de los Tres Patos era un sucio escondrijo de piratas perdido en el Mar de la Espuma, donde todo era feo y todo olía mal. Todos los navíos que formaban parte de la flota pirata del Capitán Shark tenían la orden de regresar a la isla después del ataque al convoy montaignés para repartir el botín.

Una vez aseguradas las ordenes, Dylan Wolf acompañó a los últimos marineros que abandonaron el barco hacía la mayor taberna de la isla. El antro estaba lleno a rebosar de piratas de toda clase y aspecto. Más de la mitad ya estaban bebidos, y más de la mitad querían estarlo más. Wolf había venido para, al margen de tomar un poco de whisky, acompañar a su socio Blind en su búsqueda de una oportunidad para hablar con Joe Shark. El primer intento de Blind terminó sin mucho éxito, pues sus propios prejuicios le impidieron desenvolverse con soltura en esa situación, por lo que Wolf se acercó a la mesa de los capitanes para no desperdiciar la oportunidad a las primeras de cambio.

Cuando aún no habían pasado ni cinco minutos, después de escuchar algunas fanfarronerías de los capitanes, Nicolette, que hasta el momento se había quedado en un segundo plano, estalló en un repentino ataque de furia y lanzó una mesa por encima de los que habían provocado su indignación. Al ver que una pelea de todos contra tres no era muy buena idea, Wolf aprovechó la confusión para iniciar una trifulca entre otros dos piratas para que la eisena dejara de ser el centro de atención. En pocos segundos la taberna se sumió en un torbellino de violencia y destrucción donde todos pegaban al resto, y el resto te pegaba a ti.

La pelea transcurría con animosa normalidad hasta que un marinero entró por la puerta gritando con una impertinente histeria:

- ¡Nos están atacando! ¡Nos están atacando! ¡La flota montaignesa ha llegado a la isla! ¡Todo el mundo a sus…! ¡KABOOOUM! - y el marinero saltó por los aires junto con los pedazos de la pared al impactar un proyectil en el costado de la taberna.

Se empezaron a oír cañonazos por todos los rincones del arrecife. Piratas, ladrones, timadores y fulanas empezaron a correr en busca de refugio fuera y dentro del pueblo. La gente recibía tanto por los codazos y los atropellos del resto como por las explosiones y sacudidas de los proyectiles montaignenses. El Capitán Wolf dio la orden a sus hombres de que regresaran al barco, pero cuando salió de la maltrecha taberna quedó paralizado al contemplar el aterrador espectáculo que estaba ofreciendo la mayor de las naves atacantes. La “Reine Verte” martilleaba la costa con sus baterías interminables de cañones sin dar tregua entre bandada y bandada. Su increíble tamaño ridiculizaba cualquier embarcación que se le acercara, por grande que fuera. Wolf se quedó quieto contemplando a esa maravilla mientras los proyectiles zumbaban a su alrededor. Y después, dejó de contemplar y estudió. Memorizó todos los detalles que pudo de ese navío. Sus velas, sus mástiles, sus cubiertas, sus filas de cañones… hasta sus luces y ventanas. Tenía que fijarse en todo lo que pudiera ser útil, porque ese barco era invencible, y si quería conseguirlo debía recurrir a todo su ingenio para lograrlo.

De repente, Nicolette apareció sin aliento a su lado. Al ver que no había acatado su orden, el Capitán la repitió una vez más y los dos se fueron hacia el “Sea Wolf”, que estaba fondeado en el otro lado de la isla. Al llegar vieron como los navíos montaignenses estaban aniquilando sin compasión a la flota pirata, y cuando el “Sea Wolf” partió, tuvieron suerte de poderse escudar en la cobertura ofrecida por los restos de las naves destruidas.

Cuando empezaban a dejar atrás a la humeante Isla de los Tres Patos, la terrorífica silueta del la “Reine Verte” empezó a dibujarse entre el oscuro humo. Al cabo de poco, una persecución desigual empezó entre las dos naves, pero el Capitán Wolf no tardó en comprender que no tendrían escapatoria. La “Reine Verte” era también mucho más veloz que cualquier otra embarcación. Wolf aceptó su derrota y dejó que el inmenso buque montaignés les apresara sin ofrecer resistencia.

Una vez detenidos, toda la tripulación fue presentada al oficial al mando de la “Reine Verte”, el Capitán Reinhard Klauss, un eiseno enfundado en una armadura Dracheneisen casi completa, que mostraba muy poco entusiasmo por sus obligaciones. El Capitán Klauss les contó con desinterés y cierta burla que había recibido la orden directa del Rey Sol de apresarlos y llevarlos a su presencia por la osadía de robar su vestuario personal. Así pues, fueron encarcelados, y el “Sea Wolf” fue abandonado a su suerte y sin tripulación en el Mar de la Espuma.


Soldi, 23 de Quintus de 1668.

Prisión de la Garra, en el Mar de la Espuma.


El guardia se acercó a su compañero que hacía ya rato que observaba la entrada de la prisión.

- ¿Son esos los nuevos inquilinos de la Garra? - preguntó intrigado - He oído que se atrevieron ha robar los mismísimos calzoncillos del Rey Sol.

- Sí, yo también he escuchado esa historia. Cuentan que fueron atrapados por el Capitán Klauss en medio de una isla pirata.

- ¡¿El Capitán Klauss?! - se sorprendió el guardia al escuchar las palabras de su compañero - Creía que ese hombre era solo una leyenda. Cuentan que el Rey mismo fue a buscarlo a Eisen porque estaba harto de que su Armada fuera derrotada por el primer pirata de tres al cuarto que pasara, y que le dio el mando de la mayor nave jamás construida por el hombre.

- Lo que me dijo mi primo es que ese Capitán se presentó con el navío en medio de la isla pirata y arrasó con todo lo que encontró. Solo permitió que sobrevivieran esos tipos porque el Rey Sol había pedido que los trajera a Charouse – continuó el guardia mientras inspeccionaba algo que había encontrado en su cabellera - Después de eso, llegaron a la capital cruzando el Séptimo Mar.

- ¡Maldita sea, tu primo cuenta cada vez historias peores, Pierre! - le dijo mandándolo al carajo. Al poco se volvió a acercar a su compañero - ¿Y que pasó luego?

- Pues que tuvieron audiencia con el Rey Sol, y al ver la pinta que tenían, l’Empereur les dijo que lo habían pillado en un buen día, y que no serían ejecutados si no encerrados de por vida en la “Île de la Voie” - le respondió mientras probaba el sabor de su hallazgo.

- Pues no sabría decirte si salieron ganando. Los únicos que he visto salir de este agujero han sido con los pies por delante, después de pasar una eternidad en dos palmos de habitación cerrada.

- ¡Que se los lleve el demonio si por mi tiene que ser! Yo solo estaba mirando el trasero de esa rubia, que es lo mejor que he visto en muchos años...

Y los guardias continuaron cada uno con su ronda como cada día de su tranquila vida.

Y tres nuevos prisioneros fueron encarcelados en la Prisión de la Garra. Tres desdichados marineros fueron dejados al olvido en la Isla de la Huella. El Capitán avalonés Dylan Wolf, el mercader vendelino conocido por Blind, y la marinera eisena Nicolette Whitesplit.


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