lunes, 20 de agosto de 2007

Preludio


Terdi, 11 de Decimus de 1655.

Universidad de Bedegrane, en Avalon.


- Este chico no vale para nada. No hay ni una sola de las cualidades que debería tener un diplomático en la que consiga igualar a sus compañeros de curso… - dijo el viejo profesor mirando al solitario alumno desde la ventana.
- No sea tan duro con él, Maestro Stonehead. A mi me parece que el chico tiene problemas de adaptación, eso es todo. Proviene del condado de Percis, y debe echar en falta a su familia - le respondió otra profesora más joven.
- Señorita Grace, tenga en cuenta que precisamente por ser de Percis debería estar familiarizado con los ambientes cortesanos. Además, su familia está muy interesada en que desarrolle unas buenas habilidades para tomar las riendas de sus posesiones cuando las herede ¡En un futuro, la incompetencia y los deslices de este chico podrían poner en entredicho la reputación de la Universidad!


Veldi, 24 de Tertius de 1664.

Academia de la Armada de Carleon, en Avalon.


- ¿No es demasiado joven para ser nombrado teniente, mi Señor?
- Quizá sí, Sr. Matthews, pero Avalon necesita oficiales valientes, y aunque el Sr. Wolf no es el marinero más experimentado, se lanza a la mar con una bravura que pocas veces he visto en oficiales con más años de servicio. Desde que llegó a la Academia, su dedicación ha sido absoluta y ha cumplido todas sus misiones con una inaudita valentía por no decir temeridad. Con esta actitud, aunque su bienestar sea incierto, al menos servirá para inspirar a las tropas.
- Como usted ordene, Señor. Perdone mis observaciones, pero solo le comento mis dudas porque desde hace unos días el comportamiento del oficial Wolf me parece un poco… extraño – apuntó el oficial bajando la voz.
- ¿A que se refiere Sr. Matthews? ¡Hable claro, por favor! – le ordenó el Almirante con autoridad.
- Verá Señor, hace unos días, en una misión de reconocimiento por el Mar de la Espuma, el oficial Wolf estaba dirigiendo la nave en un momento de indisposición de los oficiales al mando. Algunos marineros de ese navío cuentan que el oficial Wolf se quedó en un extraño estado de shock al divisar una inmensa nave de guerra montaignesa en el horizonte lejano. Algunos dicen que esa nave era como una montaña y poseía 4 cubiertas y más de 300 cañones. Cuando el oficial Wolf volvió en si, ordenó a los marineros cambiar el rumbo para acercarse, o dar caza según quien lo cuenta, al imponente barco. Incluso cuando los oficiales al mando retomaron el control del navío, el oficial Wolf opuso clara resistencia a las órdenes de continuar con el rumbo establecido que se alejaba del objeto de su obsesión…
- ¡No me cuente historias de marineros borrachos, Sr. Matthews! Aunque este cuento fuera cierto, la decisión del Sr. Wolf bien podría ser acertada si se hubiera obtenido información o detalles de un barco tan increíble, aunque dudo que estas exageraciones tengan algún ápice de veracidad ¡De todas formas, yo de usted me preocuparía del porqué un grupo de oficiales al mando de una nave están indispuestos todos a la vez hasta el punto de que dejen el control del navío a un oficial inexperto! – terminó el Almirante con un amenazante tono de voz.

Inmediatamente, el Capitán Matthews terminó con sus observaciones y abandono las dependencias del Almirante sin soltar una palabra más.


Voltadi, 7 de Sextus de 1667.

La Foca Pelada” de Wandesborow, en Avalon.


- ¿Has conseguido algo de esos dos, Mary? – le preguntó a su compañera que permanecía apoyada en una columna.
- Nada de nada. Hace horas que se están contando sus vidas mientras engullen alcohol sin reparar en la cuenta.
- La verdad es que son los únicos que parece que tengan dinero para algo más que un par de tragos. Yo me acerqué a ellos hace un rato y llegué a escuchar como preparaban algún tipo de negocio para construir un barco – apuntó la fulana mientras se recolocaba una media con la ayuda de un taburete.
- Yo diría que el de las gafas es del continente, no se, vendelino quizá. Tiene pinta de listo, puede que sea un mercader. El otro, en cambio, es completamente distinto. El instinto me dice que es un soldado, aunque por sus formas más bien diría que es un oficial – le contaba a su compañera como si estuvieran rumoreando en los balcones de sus casas - Sí, y me parece que los dos tienen problemas con su pasado y están pensando que hacer con ellos. De todas formas, no me parecen peligrosos. Yo creo que no son ni criminales ni fugitivos…
- ¡Y a mi que más me da lo que son o lo que les pasa! ¡Yo quiero su dinero, y mientras hablan y beban nosotras estaremos aquí paradas! – le soltó a Mary con enfado.
- ¡Espera, parece que el de las gafas me hace una señal! ¡No, no… nos quieren a las dos! Deben de haber llegado a un acuerdo y quieren celebrarlo ¡Venga, desabróchate el escote y pon tu mejor sonrisa, parece que tenemos trabajo!

Y las dos chicas se acercaron a la mesa contorneando sus caderas y ofreciendo sus encantos.


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