viernes, 5 de octubre de 2007

Capítulo V

Amordi, 25 de Corantine de 1669.

Puerto de Kirk, en Vendel.


El tiempo no era tan frío en esa época del año y una multitud de barcos fondeaban tranquilamente en las frías aguas de la capital de Vendel. La ciudad de Kirk hacia honor a su fama y recibía con la mas absoluta hospitalidad a mas de un millar de naves mercantes dispuestas a comerciar con cualquier producto que se pudiera encontrar en Theah. Por sus ordenadas calles, la gente se movía bulliciosamente para atender a sus negocios sin perder las formas y la compostura. En ningún otro sitio la ley, el orden y la educación se respetaban como en esa ciudad y así se preocupaba que fuera la poderosa Liga de Vendel. La Liga, aunque en su origen fue constituida como un organismo de regulación mercantil, hacia años que se había consolidado como el gobierno real de la nación. Encabezada por nueve presidencias hereditarias, regulaba todos los asuntos importantes a través de los votos de 91 escaños en las manos de los individuos que con su solvencia los habían podido comprar. En Vendel pocas cosas no tenían un precio.

El Capitán Wolf quería deshacerse de la carga de diamantes lo más pronto posible. Sabía que una mercancía tan jugosa despertaría la atención de muchos en el momento que se conociera su paradero, y por esa razón llamó al orden a sus marineros y les exigió que no abandonaran el navío hasta que su venta hubiese concluido. La medida despertó las quejas de la tripulación, que estaba ansiosa de tomar tierra y gastar sus dineros, pero no había lugar a objeciones: nadie excepto los oficiales abandonaría el barco hasta nueva orden.

Wolf, Blind y Nicolette desembarcaron del buque y se dirigieron hacía la Sede Gremial donde se encontraba la única persona capaz de hacerse con una mercancía como aquella. Según Blind esa persona solo podía ser el Maese Valk Mokk, presidente del gremio de mercaderes y líder de la Liga de Vendel, un individuo de trato difícil con la fama de que conseguiría estafar al mismísimo diablo. El imponente edificio de la Sede Gremial exhibía sin ningún pudor toda la abundancia y riqueza excesiva que disponía la nación de Vendel, y los foráneos quedaron impresionados por su opulencia. Dentro de sus muros pudieron ver como la ostentación se extendía hasta el último detalle, y sin que pasara mucho tiempo, fueron atendidos por un amable funcionario que apareció sin llamar la atención. Después de sobornar al secretario para que les encontrara un agujero en la agenda de Mokk, este les condujo hasta los salones superiores donde pudieron finalmente encontrar al inaccesible maese.

Cuando fueron presentados, Wolf se percató de un insólito intercambio de miradas entre Mokk y Blind. Hasta el momento, su compañero no había explicado mucho de sus secretos y en ese fugaz instante, a Dylan le pareció vislumbrar un destello de su pasado. Algo había habido entre esos dos, pero ya indagaría en ello en mejor momento.

El negocio fue largo y duro. El maese jugaba en casa e imponía las reglas, pero Blind no dejó amilanarse y jugó astutamente su mano para conseguir un trato más justo de lo que Mokk habría preferido. Aunque el Capitán Wolf quería que la transacción se produjera ese mismo día, el Maese Mokk no escuchó sus palabras a la hora de ordenar que se finalizara al día siguiente, y siguiendo una corazonada de engaño, Wolf entregó un número de amarre ligeramente distinto del que en realidad tenía el barco con los diamantes. Más valía prevenir que lamentar las consecuencias.


Amordi, 25 de Corantine de 1669.

Puerto de Kirk, en Vendel.


La noche era oscura y tranquila. Los marineros permanecían en la bodega preparados por si se producía algún altercado y tenían que salir arma en mano. Nicolette y el Mortero estaban en la cubierta de guardia para avisar al Capitán Wolf si se acercaba algún individuo sospechoso, mientras él les observaba al amparo de la entrada al castillo de popa. No quería que nadie le reconociese para no levantar sospechas sobre el barco.

Pasada ya la medianoche, Nicolette avisó al capitán de que algunas sombras se acercaban a hurtadillas donde habían dicho esa misma tarde que se encontraba su navío. Por lo que podía ver, más de una docena de hombres habían entrado en el otro barco armados hasta los dientes. El instinto del Capitán Wolf no se había equivocado, y el descarado asalto despertó en él la necesidad de devolver el agravio por semejante desfachatez.

Sin dudarlo, el capitán llamó a las armas a Blind y Nicolette y se lanzaron a la oscuridad de la noche para dar caza a los saqueadores. Como sigilosos zorros se acercaron al navío y rebanaron el cuello de los dos matones que guardaban la pasarela de embarque. Sin perder más tiempo, el avalonés y el vendelino subieron a la cubierta mientras la eisena buscó un acceso trepando por las amarras. Al no encontrar resistencia en la parte superior, Wolf y Blind tomaron la escalera que conducía hacia la bodega donde finalmente se cruzaron con los bandidos. El combate empezó con furia y frenetismo. Múltiples aceros se cruzaban con las espadas de los dos marineros, pero ellos supieron aprovechar la ventaja del espacio reducido. Con mortales y precisos ataques, Blind derribó a muchos enemigos como si se tratara de un torbellino impulsado por una inusitada furia. Asombrado por la rabia de su compañero, Wolf le asistió y protegió en la defensa mientras él continuaba con su imparable avance. La multitud de torpes villanos no podía rivalizar con sus destrezas y rápidamente quedó el piso cubierto con sus lacerados cuerpos. En el momento que cayó el último bravucón, los dos oyeron el chirriar de una trampilla y tres nuevos enemigos salieron por ella.

Los tres individuos eran gemelos idénticos que lucían unas extrañas vestimentas propias de otras tierras, de colores chillones y que les perfilaban un cuerpo ágil y musculoso. Sin lugar al respiro, uno de los tres se lanzó contra los dos marineros y con una extraordinaria pirueta se colocó tras sus espaldas preparado para el ataque. Simultáneamente, los tres asesinos acometieron contra Blind en un abrir y cerrar de ojos, sin darle tiempo a preparar su defensa. Reaccionando a tiempo, Wolf consiguió desviar el primer ataque a su compañero pero lamentablemente los otros impactaron en el sorprendido vendelino hiriéndolo gravemente. Sin descanso, los diestros matadores continuaron asestándole al pobre mercader cuantiosas heridas mutilándole el brío hasta dejarlo tumbado al borde de la muerte. El Capitán Wolf contraatacó hiriendo a uno de los villanos para reclamar la atención de los tres sicarios, consiguiendo alejar la acción de su amigo caído, mientras Nicolette, que había conseguido entrar por una escotilla, retiró al cuerpo inerte al amparo de una sombra contigua. Rápidamente la habilidad y mayor número de enemigos empezó a hacer mella en el capitán que encajó un par de feas heridas. Buscando un terreno más favorable, Wolf subió a toda prisa las escaleras hasta llegar de nuevo a la despejada cubierta. Aprovechando su anonimato, la eisena atacó al tercer de los villanos con su singular arpón consiguiendo atraparle e interrumpirle la persecución. Mientras para ellos dos el combate continuaba en la cubierta inferior, el avalonés trepó por los obenques del palo mayor en busca de una ventaja. El primero de los asesinos le siguió en su asenso por las cuerdas, mientras el segundo de ellos cortó un cabo tensado para salir catapultado y remontar hasta la plataforma superior. Aunque de nuevo Dylan Wolf estaba acorralado, por fin había conseguido encontrar su oportunidad y estaba dispuesto a plantar cara a esos matarifes. El avalonés se lanzó contra su inmediato perseguidor agarrándose a su cuello y cayendo los dos en el vacío de la noche. Aprovechando la inercia de su salto, el capitán consiguió controlar a su enemigo en el aire y amortiguar todo el golpe con su cuerpo cuando impactaron contra la cubierta de madera. Recuperandose primero de la caída y sin dejar que su rival recobrara el aliento, Wolf desenfundó su pistola y le disparó a bocajarro aprovechando que aún estaba tumbado en el suelo. Para su desgracia el tiro no fue lo suficiente certero y el malvado consiguió reponerse, levantarse y asestar al desarmado capitán otro fatídico corte. Antes de que pudiera reaccionar, Wolf recibió un fortísimo golpe en la cabeza y quedó inconsciente a los pies de sus rivales. El villano de la plataforma había saltado desde todo lo alto para caer encima del desprevenido Capitán Wolf.


Guerdi, 12 de Septimus de 1669.

Puerto de Kirk, en Vendel.


Dylan Wolf se había despertado hacía unos días en su cama con su cuerpo completamente dolorido, para encontrarse que el Padre Diego le estaba aplicando unas curas en las recientes heridas de su torso. Este le explicó que los bandidos se habían largado sin rematarles al escuchar que la guardia del puerto se acercaba a toda prisa, y que Nicolette, que había conseguido dejar fuera de combate a su contrincante, se había encargado de llevarle a él y a Blind hasta su barco. Debía de guardar reposo pues estaba muy malherido y la recuperación sería larga. Evidentemente, Wolf hizo caso omiso a los consejos del Padre Diego y no pudo más que aguantar un par de días antes de levantarse y continuar con sus intenciones.

En las jornadas siguientes finiquitaron el trato de los diamantes, vendieron el barco y reunieron los dineros de la tripulación para hacerse con un nuevo buque más apropiado para sus aventuras. Solo faltaba reclutar más tripulación, que podría ser encontrada entre los poblados Vestenmannavnjar de las costas del archipiélago vendelino, y cargar el navío con las indispensables provisiones. Aprovecharon también para indagar acerca del perdido “Sea Wolf” y el Capitán Shark, pues no solo Wolf y Blind estaban decididos a recuperar su posesión, sino que Nicolette estaba muy interesada en ajustar cuentas con el susodicho marino. Los rumores indicaban que podían ser encontrados por las aguas cercanas a la remota Ussura y tomaron nota para futuros viajes. Por último se habían interesado por descubrir algo acerca del misterioso artefacto recuperado de la Isla del Diamante de Sangre. Para ello Blind recurrió a un conocido suyo, Boli Kollsom, un objecionista adepto de la magia Laerdom que les aconsejó visitar a una olvidada ermitaña. Gunrud Stigandsdotirr era una encantadora y casi milenaria viejecita que ejercía de arúspice para las arcaicas comunidades locales y solo les explicó que el artefacto tendría un gran impacto en su futuro. Con más dudas que respuestas abandonaron la cueva de la viejecita y volvieron a la ciudad de Kirk para ir a buscar el nuevo navío, pues todo parecía indicar que, por el momento, el destino más claro eran las costas ussuras del Mar del Comercio.


No hay comentarios: