Redi, 13 de Septimus de 1669.
Puerto de Sievna, en Ussura.
- Sabes Richard, esto no me guuusta naaada… - dijo Thomas a su cojo compañero, mientras estaban apoyados en la barandilla del barco y se despedían de las fulanas que se quedaban en el puerto.
- ¿Qué no te gusta? [cof, cof] ¿Marcharte sin haberte cepillado otra furcia?
- ¿A si? ¿Así pues tú también piensas que la cosa está sucia? Es que salta a la vista que aquí se cuece algo. Decían que veníamos a este puerto para vender los esclavos bárbaros y ahora nos marchamos sin vender alguno siguiendo a ese barco eiseno…
Richard se giró mirando fijamente a su amigo - ¡Oye! [cof, cof] ¡No te enteras de nada paisano, tu oído es horroroso!
- ¡Pues es verdad, lo del eiseno ha sido bochornoso! No se que quería de Nicolette, pero eso no son maneras de tratar a una dama - le afirmó indignado. Acercándose a su oído, Thomas continuó en voz baja - Yo no estaba, pero James me ha contado como delante de todo el mundo le hablaba de una forma taaan impertinente…
- Ya… Pues a mi me dijo que le hablaba del valor de su pendiente. [cof]
- Tienes toda la razón, no es la mejor manera de demostrar el amor a tu pretendiente. Por cierto, hablando de tipos sospechosos ¿Y el embajador ussuro? Ese si que da mala espina – le aseguró con cara de asco - Dicen que tiene el tifus y que guarda consigo unas pequeñas velas para curarse las pústulas.
- ¡Que no hombre! [cof, cof] ¡Que viene en nombre del Gaius, que es el guardián del consejo de Knias de las regiones ussuras!
- ¿Y solo por un conejo y unos botones púrpuras ha venido a estas tierras? – le preguntó Thomas asombrado.
- ¡No memo, no! [cof] Busca a un tal Aleksi Pavtlow, que a su vez busca al Capitán Shark. Por esta razón el embajador sigue la pista de Joe Shark y los capitanes han llegado hasta él para intercambiar informaciones. [cof, cof]
- Pues a mi no me gusta eso de interpretar unas canciones ¡Somos lobos de mar y no payasos de circo! ¡Que se busque el ussuro a sus propios bufones!
- ¡Tú si que eres un bufón! Vete a limpiar los cañones y no me toques los cojones. [cof]
- ¡¿Y bailar encima de unos cajones?! - exclamó enrojecido - ¡Eso es denigrante! ¡Me alegro de que los capitanes le dieran plantazo! Ni que sea para seguir a este eiseno en busca de un panadero…
- ¡A su paradero, carajo, al paradero del Capitán Shark! [cof] ¡Seguimos al barón eiseno porque es lo único que puede funcionar!
- ¿Y que nos puede traicionar? ¿Pues porque le seguimos? - quedándose Thomas desencajado – Si es que ya lo digo yo que esto es muy raro. Esto no me guuusta naaada…
Redi, 13 de Septimus de 1669.
Puerto de Sievna, en Ussura.
- ¿Así que más nos vale cubrirnos las espaldas con ese tal Aleksi Pavtlow, no? - le preguntó el Capitán Wolf a su socio vendelino.
- Si, parece que… - pero Blind no llegó a responder al ser interrumpido por uno de los marineros de a bordo.
- ¡Capitán, capitán! [cof, cof] ¡El buque del barón eiseno nos hace señales para que nos acerquemos! [cof]
- Que extraño... - pensó Wolf en voz alta - Bien, acerquémonos a ver si tienen algún problema - ordenó a Richard que rápidamente se marchó tambaleándose con su pata de palo.
Las dos naves se acercaron y los marineros del “Old Hawk” recogieron los cabos para terminar de abarloar. De repente, los hombres del otro barco saltaron con las armas en las manos abordando al navío amarrado en medio del estupor de sus tripulantes. Los gritos de los hombres pronto fueron acompañados por el chirrido de las espadas y el estruendo de las armas de fuego, y la cubierta del “Old Hawk” se convirtió en un campo de batalla en toda regla donde los combatientes recibían heridas por todos los lados.
Mientras sus compañeros se encaraban con el resto de oponentes, el Capitán Wolf bajó velozmente las escaleras del castillo de popa para enfrentarse al que parecía ser el cabecilla de esa traición. El taimado espadachín, que poco tenía que ver con el barón eiseno, tenía los rasgos y las maneras de los hombres del sur y al ver su porte alevoso, Dylan supuso que se trataba de un malhechor vodaccio.
Furioso por el engaño, Wolf le lanzó un certero ataque que laceró el hombro derecho de su oponente. Sin darle descanso a recuperarse, el capitán le asestó estocada tras estocada haciéndole retroceder por donde había venido, y el renegado espadachín se defendió como pudo valiéndose de la ventaja de ser zurdo para no sucumbir a las acometidas. Wolf creía que lo tenía contra las cuerdas cuando el engañoso contendiente aprovechó una puerta abierta en su defensa para pincharle con su estoque. El avalonés se quedó por unos segundos sin respiración en cuanto notó el hiriente escozor del acero y consiguió evitar que la herida no fuera más profunda guardando la distancia con su filo. Su sorpresa fue mayor cuando su enemigo se empaló con el estoque para poder así atravesarle con su hoja hasta tocar con su empuñadura.
Mientras los dos espaderos estaban hombro con hombro, el vodaccio le susurró - No te esperabas este truco ¿eh?
Un hilillo de sangre empezó a bajar por la comisura de los labios de Wolf, y este le respondió - No me toques los huevos… hijo de perra… - y le disparó su pistola en la pierna consiguiendo separarse de nuevo de su adversario.
Por el pecho del avalonés manaba la sangre en cantidad coloreando la cubierta de rojo carmesí, mientras otro goteo escarlata empezaba a manchar el quemado pantalón del vodaccio. A pesar de su herida, el bellaco no se reprimió en regalarle a Wolf una burlesca sonrisa en la distancia.
Con la vista nublada por el desangramiento, el capitán se lanzó con un grito de rabia para acabar con el malvado, cruzando de nuevo los aceros en medio de la contienda. A su alrededor ya se había formada un vacío entre la muchedumbre que, aún estar luchando por sus vidas, no querían interrumpir en el sangriento combate. El avalonés consiguió de nuevo tomar la delantera en el ataque y volvió a acorralar su oponente contra la barandilla, pero como si de una pesadilla se tratara, éste volvió a esperar una debilidad en su defensa e hirió por segunda vez al malherido capitán. Ante un movimiento defensivo de Wolf, el vodaccio detuvo el acero con su brazo descubierto aceptando la herida y aprovechó así la corta distancia para poder acuchillar repetidamente el costado de su oponente. Recibiendo sin parar esas fatídicas estocadas, el Capitán Wolf terminó perdiendo el conocimiento y cayó a los pies del malherido vodaccio.
Viendo a su compañero caído, Nicolette corrió en su ayuda para evitar que fuera a ser rematado. Cogiendo a su enemigo desprevenido, le asestó un duro golpe con su arma que lo tumbó en el suelo gravemente. No sin esfuerzo, el vodaccio se levantó y preparó su guardia para encarar a la ya malherida eisena. Cuando ya estaba a punto de saltar a por ella, inesperadamente una mano le atrapó por el tobillo y pudo escuchar como una tenue voz le decía - ¿A dónde crees que vas... hijo de perra?... Aún no he terminado contigo… - y el Capitán Wolf le disparó por segunda vez des del suelo, dejándole por fin fuera de combate.
Al cabo de poco, los aguerridos marineros del “Old Hawk” consiguieron reducir a los asaltantes y los pocos que sobrevivieron saltaron por la borda. Después de ayudar a los heridos, entre ellos al capitán, Nicolette fue en busca del Barón Reiner Hainzl von Heilgründ y para su desgracia lo encontró asesinado en su camarote.
Después de recuperarse de la pérdida, los oficiales acordaron que Nicolette tomaría el barco del barón, que más tarde bautizaría como el “Geist von Reiner”, y tomaron rumbo de vuelta al puerto de Sievna, pues necesitaban recomponer sus fuerzas para proseguir con su frustrada búsqueda.
Veldi, 2 de Octavus de 1669.
Puerto de Sievna, en Ussura.
Los hombres corrían por la calle a toda prisa en dirección a los muelles, intentando esquivar los múltiples objetos que les acompañaban en su descenso desenfrenado de la parte alta de la ciudad. Frutas, hortalizas y toneles rodaban por la callejuela entre las piernas de los marineros que a duras penas conseguían mantener su equilibrio mientras se apresuraban por llegar a su barco antes que los hombres de sus enemigos.
Al Capitán Wolf le pasaban muchas cosas por la cabeza mientras corría entre aquel embrollo. Las últimas palabras de Francesco Caravello, el traidor vodaccio que había asesinado al Barón Reiner, en las que se identificaba como miembro de la misteriosa organización llamada los “Figli de Cenere” que estaban siguiendo los pasos de Nicolette y su valioso pendiente. La figura de Aleksi Pavtlow, una especie de gobernador de las tierras de Ussura que buscaba a Joe Shark, seguramente para temas turbios, y que tenía el valor de conspirar contra el Gaius más feroz de los últimos tiempos. La inoportuna coincidencia de encontrarse con los hermanos Ivanovich de nuevo, a los cuales ya se habían enfrentado en el puerto de Kirk como lo habían vuelto a hacer en la taberna donde se encontraban hacía unos instantes, con resultados parecidos. Y muchas otras cosas más que desaparecieron de su mente cuando por fin apareció el “Old Hawk” al doblar la esquina.
- ¡Soltad amarras! ¡Desplegad las velas! ¡Preparad los cañones! ¡Vamos a enseñarles a estos mal nacidos quienes mandan en el mar! – Gritó Wolf mientras subía por la pasarela de su barco.
El “Old Hawk” empezó a moverse antes que los dos otros barcos y rápidamente se alejó del puerto para situarse en una distancia óptima para el ataque. Por su parte, viendo que uno de sus enemigos ya había conseguido ventaja, el barco vendelino capitaneado por los hermanos Ivanovich descargó la primera salva impactando contra el navío corsario de Nicolette, que aún estaba atracado en el amarre, arrasando de paso con todo lo que había en el muelle. En este punto, el “Geist von Reiner” empezó a separarse y a buscar la popa del buque vendelino para así quedarse al amparo en el punto ciego de sus cañones, mientras le castigaba el timón con su artillería. A su vez, el “Old Hawk” continuó con el acoso bombardeando desde la distancia al pesado mercante vendelino que no podía navegar lo suficientemente rápido como para dificultar el hostigamiento. Viéndose acorralado, el “Orgullo Vendelino” disparaba desesperado contra al ágil bergantín del Capitán Wolf que zigzagueaba veloz como una golondrina entre las olas.
No hizo falta mucho tiempo para que el navío de los Ivanovich terminara haciendo aguas por todas partes y fuera engullido por el mar, recibiendo así su merecido por la provocación y arrogancia demostrada por sus capitanes en la taberna ante el capitán y sus compañeros.
Posiblemente no sería la última vez que se encontrarían, pero seguro que en la siguiente cuidarían mejor de sus modales.